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René Girard - La violencia y lo sagrado.Editorial Anagrama, 2009. España.
Si para Hubert y Mauss el sacrificio aparece como el origen de todo lo religioso (con lo que los dioses son engendrados a base de una larga repetición de sacrificios) que exista una unidad en los sacrificios hace pensar que se trata del mismo tipo de homicidio en todas las sociedades. Girard se refiere en los siguientes términos: “Afirmamos, pues, que lo religioso tiene por objeto el mecanismo de la víctima sacrificatoria; su función consiste en perpetuar o renovar los efectos de este mecanismo, esto es, mantener la violencia fuera de la comunidad.”
Siguiendo la etimología del término “Pharmakos” ya se observa la dualidad de significados que existía de esta palabra en el mundo griego. Lo mismo podía significar veneno que antídoto. Es por eso que lo que aparentemente hace daño también puede expurgar sacrificalmente. De esta manera Atenas, ya en previsión, mantenía un cierto número de personas para los sacrificios. Y es característico que tanto en personas como en animales el sacrificio se ejerce principalmente sobre los órganos. Paradójicamente el desprecio que se les tiene a los animales antes de la inmolación es sustituido después del sacrificio por un respeto religioso. Este respeto llega a darse debido al alivio catárquico que produce sacrificio. De idéntica manera se expulsa a Edipo cuando parece que aporta maldición y se lo honra cuando su marcha aporta bendición.
Para el sacrificio ritual se hace preciso un mecanismo de doble sustitución en la que la primera, que nunca se percibe, es la sustitución de todos los miembros de la comunicad por uno solo. En la segunda se sustituye la víctima sacrifical por una sacrificable. Al mismo tiempo también resulta básico para el sacrificio la unanimidad de los sacrificadores. Si algún asistente se abstiene hace infructuoso el sacrificio. De esta manera Robert Smith en “Religion of the semites” describe el sacrificio árabe del camello en términos de unanimidad porque todos los asistentes son obligados a participar en la ejecución. Así sucede durante el homicidio de la heroína fundadora Hainuwele en el que, después de que los sacrificadores han realizado su tarea, entierran a la víctima y todos juntos la pisotean. De la misma forma los ngadju-dayak de Borneo son obligados a pisotear unánimemente a la víctima enterrada antes de que muera.
También podemos observar el mismo ciclo que mantuvo Edipo en las monarquías sagradas del continente africano ya que el rey es obligado a cometer incesto real o simbólico. En Ruanda el rey y la reina madre (pareja que por otra parte es visiblemente incestuosa) son obligados a someterse durante su reinado a un castigo sacrifical que es claramente debido a su incesto. De esta manera cada rey africano es un nuevo Edipo que debe de volver a interpretar su mito de nuevo. Se le obligará a que realice aquello por lo que fue acusado la primera vez. Al igual que la primera vez el incesto provocará una nueva entronización y unas nuevas reacciones de odio. El rey tiene así la función de una víctima sacrifical que sirve para transformar la violencia estéril en valores culturales positivos.
Esta presencia del incesto en muchas culturas ha hecho pensar a Freud que hay un deseo innato en ello pero no ha sabido explicar por qué en otras no la hay. Por eso Freud pensaba que el parricidio y el incesto es algo innato a la persona. Tanto en las monarquías africanas como en el mito de Edipo el incesto no es algo irreductible. El fundamento oculto de los mitos no es la sexualidad, sólo lo es en cuanto que supone violencia.

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